Ínsula Barataria

marzo 13, 2018 0 Comments A+ a-

Hace algunos meses fui invitada a ser parte del vigésimo número de “Ínsula Barataria”, una revista de arte y literatura que se gestó en el lejano 2003 en aulas sanmarquinas y que después de muchos años sigue apostando por la cultura, razón de sobra para resaltar el esfuerzo del equipo editorial por el trabajo que realiza en pos de la difusión literaria y cultural en un país en donde no solo "no se lee" sino en donde la cultura no es rentable, lo que vuelve aún más loable que sin ningún tipo de patrocinio esta publicación siga vigente, congregando lectores y abriéndose camino no solo en terreno nacional sino también internacional, ya que algunos números han sido presentados en la ciudad luz.

En esta edición, la revista cuenta con artículos y estudios buenísimos como aquel que trata sobre la vanguardia peruana, la poética de Leoncio Bueno y una entrevista al querido Oswaldo Reynoso entre muchos otros artículos y secciones dedicadas a la poesía. Una de ellas es la muestra de “poesía escrita por mujeres” realizada por encargo a la poeta Leda Quintana a quien agradezco haber seleccionado uno de mis textos. La muestra, que incluye a 56 poetas peruanas contemporáneas es un interesante caleidoscopio de estilos y voces que bien vale conocer y difundir. 

Más allá de la temática del cuerpo asociada a la poesía escrita por mujeres, los poemas de esta selección abarcan diversos tópicos con una sensibilidad conocida pero con una voz nueva, “El río adentro canta y me adiestra en el arte de no necesitar” (Virginia Benavides), es la voz de aquella que lejos de sentirse débil es cada vez más consciente de su poder y sabiduría y lo relata todo con determinación. La mujer habla también del arte de la poesía “Cojo un papel/ y empiezo a rebanar la carne (…) este oficio demanda mucha sangre” (July Solís). La obra de estas mujeres escapa del caudal y habla de todo cuanto nos inquieta como la política o la injusticia como en el poema “La Cantuta” de Katherine Estrada o en los versos de Karen Luy de Aliaga: “salgo y me uno al canto de los indignados”. Más adelante, Melissa Patiño escribe “sufre en mi espalda un país latigado/ envuelto en ícaros/aguarunas, aymaras, quechuas”. La mujer que escribe no es por lo tanto una mujer que narra sus tristezas, sino una que expone las tristezas de la humanidad entera y exhorta a la unificación a través de su palabra, tal es la sensación que guardo luego de leerlas. 

Las propuestas son diferentes y valiosas, no se deje engañar por el aparente lenguaje sencillo de algunos poemas, pues hace falta una relectura para desentrañar a las voces susurrando algo más allá de lo evidente. Sonrío y guardo el libro en el estante. A veces hay que pelear las batallas más de una vez para ganarlas, las mujeres de esta muestra van camino a ello. El poema de Isabel Mata se sigue recitando solo en el espacio vacío de mi habitación: “Érase una vez una diosa telúrica que se convirtió en Loto, en luz arrolladora” 

Úrsula Alvarado.