Domingo de ofrendas
Una flauta de 5000 años conspiró para reunir a músicos y poetas el último domingo de octubre. La cita fue en la casa del poeta Miguel Ildefonso -artífice y anfitrión del encuentro- en La Molina, lejos del canto desentonado de las sirenas de la ciudad, en un rinconcito en donde se siente uno abrigado por la inmensidad de los Apus del entorno. Mientras llegaban los poetas se iba llenando la casa de risas, de energía poética y fraterna. A eso del mediodía, llegaron Chano Díaz y Kito Linares* llenos de luz y nos contaron sobre la flauta que Miguel les había prestado para un proyecto musical en Caral, la ciudad sagrada en cuyo seno se desarrolló la civilización más antigua de América. Todos pudimos apreciar la flauta, a diferencia de las incontables veces que las he visto a través de las vitrinas en los museos, allí estaba entre mis manos: una maravillosa flauta de hueso elaborada tan minuciosamente por uno de mis antepasados hace miles de años. La devolución del instrumento a su dueño propició el encuentro del cual ahora formábamos parte. La llegada de los demás poetas me sacó de mi asombro y pocos minutos después comenzó la música.
Me regocijo en el palpitar de mi cuerpo bajo los acordes del charango y las melodías peruanas que suenan tan maravillosamente en las manos de estos dos grandes músicos que nos acompañan. La tarde se siente como un regalo. Nos invitan luego a alternar música y poesía, así cada uno iba leyendo un poema para todos los presentes mientras las melodías de Chano y Kito inundaban el aire, para cuando me tocó el turno de recitar mi poema, ellos amablemente me acompañaron con una melodía de folclor que sonaba perfecta en esa tardecita de sol... Mi necesidad de pertenencia se adormece, no hacía falta nada, solo escoger el rinconcito más caliente del jardín y sentarse a seguir disfrutando de la música, allí todo era poesía.
Hicimos un intermedio para almorzar y agradecer. Mi amiga, la poeta Leda Quintana ofició el ritual de agradecimiento a la Pachamama pero también a nuestro anfitrión por acogernos en su casa que pronto se llenó del aroma del palo santo. Las hojas de coca brillaban bajo el sol. El pago a la tierra es una de las ceremonias que heredamos de la civilización andina, sus rituales estuvieron siempre ligados al ciclo agrícola, era el fruto de la madre tierra lo que determinaba sus ritmos y esta tarde nosotros agradecíamos con música y poesía por esa hermosa conexión con la tierra que nos daba sentimiento y palabra: el alimento del poeta. Leda encargó a los signos de tierra a ofrendar las hojas de coca y a los signos de agua a hacer lo propio con el pisco, dándole de beber a la tierra. Los signos de fuego fuimos los encargados de entregar el palo santo encendido a nuestro anfitrión en señal de agradecimiento y así culminamos un ritual que nos dejó sentidos y embriagados de armonía ancestral con el entorno y la poesía, llenos de misticismo en una reunión de domingo que habría de prolongarse muchas horas más.
Si tuviera que elegir una palabra que designara tal encuentro, diría "magia". Y cómo no, si además, era noche de luna llena.
U.
U.
*Chano Díaz Limaco & Kito Linares: Músicos y productores. Directores musicales de la película "Sigo siendo"
*Fotografías: Poetas Zoila Capristán, Miguel Ildefonso, Sergio Gómez, Ray Paz & Úrsula Alvarado
Hojas de coca para la ofrenda
Con los poetas Leda Quintana & Miguel Ildefonso
Poetas Eduardo Borjas, Moisés Vargas, Zoila Capristán, Edwin André & Miguel Ildefonso
Paul Forsyth en plena lectura
Lectura de "Epicentro"
Complicidad
Guardianes del fuego
Poesía & música
Flauta Caral