Un viaje místico

febrero 18, 2017 0 Comments A+ a-



La poesía esta vez me llevó lejos de Lima. La invitación a participar en el festival "Enero en la Palabra" en Cusco fue una maravillosa oportunidad para regresar a esa ciudad llena de magia de la que conservaba mis mejores recuerdos de adolescente. Volver a ella no solo era un reto sino un regalo de los dioses, las palabras de mi médico en mi cita previa al viaje fueron decisivas: "si vas a visitar mi tierra, recárgate de la energía de los Apus y deja a cambio un poco de poesía".  Varios poetas amigos fueron también seleccionados para el festival así que nos organizamos y partimos al ombligo del mundo a seguir disfrutando de la literatura. Fuimos bien recibidos. No sé cómo explicarlo, pero este viaje me permitió disfrutar de cada elemento que aparecía ante mis ojos respetando mi peculiar perspectiva de las cosas, antes no la comprendía, pero ahora mientras caminaba con mis amigos, todos amantes de la poesía como yo, la respuesta estaba en el aire.

Cada ciudad está gobernada por sus propios dioses y a Cusco la gobiernan los astros del universo: el sol y la luna, el rayo y las estrellas. Qué maravillosa sensación la de caminar sin prisa en silencio. A pesar de mis dificultades para hacer largos itinerarios pude ingeniármelas para que mis clavos no sean impedimento para el disfrute de esta ciudad llena de magia. Nuestro hospedaje en San Blas estaba en las alturas y acceder a él era una verdadera hazaña (ja, ja) pero una vez arriba la vista te dejaba sin aliento. Traté de capturar la ciudad en mis fotografías pero es una lástima que las sensaciones no puedan transmitirse en su totalidad en ellas, ni el aroma de la leña, ni la melodía de la tarde cuando la lluvia es anunciada por el color del cielo. 

Si me preguntaran la razón de lo memorable de este viaje, tendría que decir que fue la perfecta armonía entre mis dos pasiones: el turismo y la poesía. Luego de dos días de festival, dedicamos el sábado a nuestra peregrinación a Macchu Picchu. No voy a negarles que dudé por un segundo de esta nueva hazaña porque al llegar a Aguas Calientes estaba lloviendo y las muletas se tornan muy resbaladizas sobre superficies mojadas pero redoblando la concentración y teniendo mucho cuidado pude llegar a la cima de la montaña sagrada. Llegar a ella era un regalo a mí misma, una prueba o una confirmación.

Mientras estaba en las alturas recordé uno de mis poemas preferidos, se recitó solo en mi cabeza mientras admiraba la majestuosidad de la montaña, les dejo algunas fotografías para que me ayuden a contar lo que a veces no se puede decir con palabras.

"Si me dices por qué el pantano
parece infranqueable, entonces te
diré por qué pienso que
puedo atravesarlo si lo intento."
                     Marianne Moore
U.