Desde hace mucho amanezco con la sensación de haberte soñado pero al despertar nada recuerdo. Sin embargo hoy después de nueve meses por fin -aunque sea en sueños- te he visto. En mi sueño tú me esperabas en algún lado y yo salía de un consultorio médico. Te vi esperándome sonriente, alto y esbelto como cuando me recogías del colegio cuando era pequeña. Pasamos la tarde juntos y me abrigaste con tu ternura, con esa risa grave y dulce tan propia de ti.

Llegamos juntos a casa y saludamos a mamá. Tú le contabas contento lo mucho que paseamos y lo rico que comimos y yo le contaba contenta que sus sospechas eran ciertas, que nuevamente tenía a alguien madurando dentro de mí. Las ecografías en los sueños son como miniaturas. Mamá preguntaba cómo eran 2.4 centímetros. 

A s í   d e  e x t r a ñ o s  s o n  l o s  s u e ñ o s.

Pero mientras avanzaban las horas se iba acabando y un abismo que no sé cómo apareció cerca te llamó la atención. Quisiste sentarte al borde y yo te ayudé con miedo, no quise dejarte meditando solo

y me abracé a ti. Nos cubrimos con una frazada de tigre calientita y nos quedamos horas conversando de cosas que ahora no recuerdo.

Ahora ya despierta no me importan los extraños detalles de mi sueño, me quedo con tu calidez y tu sonrisa, tu olor amaderado y la satisfacción de que por fin pude despedirme de ti. No voy a negar que este sueño se ha llevado mi fórmula de fortaleza y ahora tengo muchas ganas de llorar. Seco mis lágrimas en mi frazada de tigre, mi favorita, esa que siempre me mantiene calientita, esa que me heredaste al partir.

P.d. A mi Pupu, mi abuelito, de quien no pude despedirme, con quien he soñado esta noche después de 9 meses del viaje a su estrella.