El inicio de mi YO lector
No sé con exactitud cuántos años tenía pero recuerdo bien aquel rincón de mi casa.
Mi padre tenía los libros tan exquisitamente ordenados y clasificados que provocaba curiosidad. No era una biblioteca muy grande, era solo un rincón de nuestra sala pero llamaba mucho mi atención, seguramente el cariño y cuidado con que veía a mis padres escoger un tomo, leerlo y luego devolverlo a su lugar lo hacía especial.
Conforme me fui haciendo una niña grande (a los 9 años ja, ja, ja) me di cuenta que yo también quería leer y compré mi primer libro. En realidad, ahora que lo pienso, no sé qué tan bien me hizo esa elección porque creo que la primera lectura te define y durante muchos años de mi vida me sobró demasiado el idealismo pero el asunto es que, paseando con temor entre los estantes de una librería cercana a mi casa me encontré con ese jovencito pelirrojo, solitario sobre una luna y con una rosa entre los dedos y gasté sin pensar los cuatro soles que tenía de propina, en una edición de bolsillo que tengo hasta ahora. Con cuánta alegría lo comencé y con cuánta tristeza lo terminé pues lo leí tan rápido que me provocó ansiedad así que mi papá me recomendó uno de los libros de su biblioteca.
Sacó un libro antiguo y me lo dio con cariño, me dijo que me gustaría y así fue, cuando terminé la historia quedé con el corazón en las manos y suspendida en mi universo -que por entonces no era muy extenso- y lo regresé con cuidado a su sitio en el rincón de mi casa. Había leído "Corazón" de Edmundo de Amicis y estaba fascinada con las historias maravillosas que comenzaba a descubrir, en nada se parecían a los cuentos infantiles que mi padre nos compró por años, a pesar de que eran interesantes y les tenía cariño, el descubrimiento de otra literatura me parecía fascinante.
Mi padre tenía los libros tan exquisitamente ordenados y clasificados que provocaba curiosidad. No era una biblioteca muy grande, era solo un rincón de nuestra sala pero llamaba mucho mi atención, seguramente el cariño y cuidado con que veía a mis padres escoger un tomo, leerlo y luego devolverlo a su lugar lo hacía especial.
Conforme me fui haciendo una niña grande (a los 9 años ja, ja, ja) me di cuenta que yo también quería leer y compré mi primer libro. En realidad, ahora que lo pienso, no sé qué tan bien me hizo esa elección porque creo que la primera lectura te define y durante muchos años de mi vida me sobró demasiado el idealismo pero el asunto es que, paseando con temor entre los estantes de una librería cercana a mi casa me encontré con ese jovencito pelirrojo, solitario sobre una luna y con una rosa entre los dedos y gasté sin pensar los cuatro soles que tenía de propina, en una edición de bolsillo que tengo hasta ahora. Con cuánta alegría lo comencé y con cuánta tristeza lo terminé pues lo leí tan rápido que me provocó ansiedad así que mi papá me recomendó uno de los libros de su biblioteca.
Sacó un libro antiguo y me lo dio con cariño, me dijo que me gustaría y así fue, cuando terminé la historia quedé con el corazón en las manos y suspendida en mi universo -que por entonces no era muy extenso- y lo regresé con cuidado a su sitio en el rincón de mi casa. Había leído "Corazón" de Edmundo de Amicis y estaba fascinada con las historias maravillosas que comenzaba a descubrir, en nada se parecían a los cuentos infantiles que mi padre nos compró por años, a pesar de que eran interesantes y les tenía cariño, el descubrimiento de otra literatura me parecía fascinante.
Mi mamá también leía. Siempre la veía con un libro nuevo y a diferencia de mi papi que se tomaba su tiempo para leer, mi mamá leía con mucha rapidez. Esto llamaba mi atención, cuando acaba un libro lo comentaba con mi papá, a veces los escuchaba conversando de los libros, ella decía que había acabado uno y papá siempre decía que había que comprar más vinifan para forrarlos. Recuerdo que una vez mi mami enfermó y tuvieron que operarla, cuando regresó a casa tenía un libro en su bolso, me llamó la atención la portada y me quedé mirándola hasta que ella me descubrió y me dijo que era una gran historia, tan conmovedora que había perdido la cuenta de cuántas veces la había leído. Al igual que mi madre, ya he perdido la cuenta de relecturas que he hecho de "Jane Eyre" de Charlotte Bronté, sigue siendo una de mis preferidas.
Esta es la trilogía de mi literatura del despertar, la que me alejó de los cuentos infantiles. La currícula de la escuela me mostró muchos autores y estilos pero me identifiqué mucho con Amarilis y obviamente me enamoré de Bécquer y Shakespeare. Mucho después del colegio descubrí a Isabel Allende, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Truman Capote, Bryce Echenique... En realidad hacer una lista no es muy justo ya que terminaría olvidando a alguno importante así que sólo nombro a los primeros que vinieron a mi mente. En fin, la literatura -y no solo la poesía- es parte de mí, siento que ella define por completo la persona que soy.
Ursu

